jueves, 11 de abril de 2013

DESESPERACIÓN Y RESILIENCIA


Ricardo García Mira

Suicidio, del latín sui-cidium (sui = a sí + cidium = acto de matar), se refiere al acto, deseo o intento de quitarse la vida. En la Grecia y la Roma clásicas morir decentemente, con razón y dignidad era importante, y el suicidio significó liberarse de un sufrimiento insoportable, normalmente provocado por la enfermedad o el deshonor. Hoy la conducta suicida obedece más a una salud psicológica debilitada por el estrés vital, una vejez sin protección, institucionalizada y aislada, que lleva a la percepción de soledad o de pérdida de un papel activo, social o laboral, que dé sentido a la vida. 

El origen del suicidio es multicausal. En la exploración de la historia de los suicidas se ha observado la confluencia de factores biológicos, que postulan un posible origen genético o ponen de relieve el papel de algunos neurotransmisores como la serotonina o la reducción de actividad de sus receptores, psicológicos, manifestados por la desesperación o la depresión, y sociales, asociados al impacto o al mensaje social que pretenden transmitir algunas escenificaciones de suicidio, con el riesgo que conlleva de replicación. 

La decisión de suicidio en pareja no hace sino reforzar la ruptura con las estrategias de resiliencia, que ayudan a todo ser humano en la búsqueda de soluciones para resistir esas situaciones dramáticas que conducen a la frustración, y para las que hoy la psicología cuenta con valiosos recursos de apoyo.

sábado, 6 de abril de 2013

PSEUDÓNIMOS EN LA RED



Ricardo García Mira

Las redes sociales nos inundan con personajes que, bajo seudónimo, multiplican su osadía hasta puntos sin duda difíciles de comprender. Las declaraciones rompen el sistema de control de la inhibición y evidencian que cuanto mayor es la garantía del anonimato, mayor es la desinhibición. Pero ¿es esto algo malo? El uso de seudónimos es milenario y tiene historia, tanto para lo malo como para lo bueno. Ha tenido siempre motivos diversos: políticos, religiosos, económicos, para protegerse de persecuciones, de la censura, o simplemente para escapar a la baja aceptación social de determinadas obras, escritos, denuncias o afirmaciones.

Bajo seudónimo se defienden en el mundo un gran número de causas justas. Las redes sociales permiten expresarse libremente desde lugares donde la libertad escasea, cuando existe alguna, o cuando escribir desde la propia identidad significa represión segura o incluso muerte. ¿Podemos imaginar la vida sin estos testimonios? El anonimato es, sin duda, una parte irreprimible de la experiencia humana y la idea de limitar su existencia es simplemente absurda. La cuestión es cómo equilibrar la naturaleza de lo bueno y de lo malo, de las causas justas con el deseo de hacer daño, o simplemente con el deseo de mantener un nivel de privacidad. Salvo que queramos que las redes sociales lleguen a ser una especie de duplicado de nuestra partida de nacimiento en algún lugar de la Red, yo lo tengo bastante claro.