domingo, 21 de septiembre de 2008

Crisis y mercado global

Ricardo García Mira

Durante mucho tiempo el mercado financiero ha contado con amplia tolerancia para mover sólo y a su antojo las finanzas globales, pues para el ciudadano común era demasiado complicado entender su funcionamiento. Asistimos impasibles e impotentes al espectáculo de ver cómo organismos y entidades económicas nacionales e internacionales se sumergen en prácticas financieras, con un impacto y consecuencias apenas conocido por unos pocos. Unas veces jugando con riesgos difíciles de evaluar desde la perspectiva pública –dado el gran número de recovecos que las leyes que regulan el mercado ofrecen para evadir controles y fiscalizaciones–, y otras jugando con el dinero desde planteamientos éticamente bastante dudosos.

La llamada “socialización de las pérdidas”, como respuesta a la crisis, supone que el bolsillo público es el que al final pone orden en el mercado y en la aparente recuperación de la normalidad, condenando al ciudadano a pagar el precio del fracaso de esas prácticas arriesgadas alrededor de las grandes operaciones financieras.

Lo que está sucediendo en el mercado global demuestra que los principios neoliberales, basados en la libertad de mercado y en la ausencia de reglas, están en cuestión. En tiempos de bonanza, como ideología económica, llegaron a ser bien valorados para la estimulación del desarrollo económico, pero en tiempos difíciles hasta los mayores defensores del mercado libre reclaman más control y normas.

El miedo a la amenaza es otra manifestación de la crisis, como una emoción normal, que disminuye nuestra capacidad cognitiva para analizar sus causas y consecuencias, con un impacto sobre el comportamiento social y político, que podría modificar nuestros prejuicios sociales y la percepción de nuestros gobernantes, incluso llegando a mover la intención de voto.

El manejo de los mercados financieros globales toca cada vez más el corazón del ciudadano, sus esperanzas e ilusiones, y su calidad de vida. Quizá no nos consideren muy inteligentes para entender la complejidad de la ingeniería financiera que rige su funcionamiento, sin embargo, parece que lo somos para financiar la crisis global haciéndonos cargo de las pérdidas. Conservar nuestros valores, cultura y equilibrio vital, exige un comportamiento responsable en el mercado global, y eso requiere transparencia, reglamentación y control público del riesgo y de las decisiones.

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